“Sueña
que sueña con ella
y
si en el infierno le espera...
quiero
fundirme en tu fuego
como
si fuese de cera.”
Quiero
empezar citando a Lacan: “Amar
es dar lo que no se tiene, a quien no es”.
Algo que no entendí, y que aun hoy me cuesta entender, hasta pasados
7 años visitando una vez por semana a mi analista. Creo que no hay
herida que se infecte mas rápido que la herida al narcisismo, la
herida que descubre la propia castración, esa que nos esforzamos por
velar. Y ahí, en ese momento donde la falta queda al descubierto, y
hay que aprender a hacer con eso, es cuando uno se ve en pedazos, y
en el mejor de los casos se dispone a rearmarse, ahora con algo
parecido a un saber sobre ese agujero.
Si
me tengo que poner a pensar en cuantas veces me vi en la necesidad de
volver a armarme luego de que algo arremetiera contra mis
estructuras, creo que fueron tres veces. Una cuando estaba entrando a
la adolescencia, la segunda vez cuando tenia 19 años y la ultima a
los 24.
De
la primera vez que me volví piezas inconexas no voy a hablar, no
tengo palabras ni para empezar a nombrar lo que sentí. La tercera
vez fue en el consultorio del medico, hay una entrada larguísima
dedicada a eso.
Cuando
tenia 19 años me rompieron el corazón… ¿a quien no le paso? A
todos nos han roto el corazón, todos hemos llorado y sentido que las
mariposas en la panza se vuelven un nudo. Para mi, con mis 19 años
el problema no fue que me rompan el corazón, sino como me rearme
después de eso. Yo ya venia de un corazón roto, a saber, que no son
solo los partenaire, también las ausencias, los destiempos y las
despedidas rompen corazones. Mi abuela había muerto unos años
antes, y yo tenia el corazón atado con alambres.
Nos
conocimos de casualidad, la primera vez que lo vi casi ni lo mire,
como si fuera una figura deslucida, sin brillo, sin color. Y yo, en
ese momento, era toda luz, toda vida, todo ruido y brillo. Era una
adolescente que no veía a nadie por fuera de mi filtro de colores y
estereotipos, me acuerdo que me había puesto ropa de adulta, y le
había pedido a mi mama que me arme una mascara de maquillaje, tenia
unos tacos en los cuales no sabia caminar y muchos accesorios. Mi
disfraz era perfecto, y los alambres que sostenían todo no se veían.
¿Y él? Él era puro silencio, pura calma, era una sombra que miraba
y no decía nada, nadie notaba mucho si estaba o faltaba, se sentía
cómodo con su soledad. Mas tarde me di cuenta que ese era su modo de
habitar el mundo, en silencio.
Era
año nuevo, de madrugada y yo había ido a buscar a un chico que me
gustaba, cuando llegue no me miro, cosa obvia porque estaba ebrio
como un cosaco. Y yo, que no estaba acostumbrada a que no me miren,
me enfurruñe. Me acuerdo que me senté en una esquina y me puse a
jugar con el celular (tenia un Nokia 1100 con un solo juego). Escuche
que alguien me decía algo, pero no le di mucha bola, volví a
escuchar a la misma persona y me di vuelta, era un chico (supongo del
mismo grupo), que me estaba diciendo alguna cosa. Lo mire y vi que
tenia un tatuaje en la pierna, corte lo que me estaba diciendo y le
dije “que onda ese tatuaje?” mas que nada por decir algo, para
romper con la calma con la que hablaba. Así empezamos a hablar, me
contó que tenia varios tatuajes, todos de la misma banda, que era la
banda que mas amaba en el mundo. No se de que habremos seguido
hablando, sobre todo porque mirado en retrospectiva no teníamos nada
en común, pero se que en un momento le dije “como yo soy la única
menor, y vos sos el único sobrio te toca cuidarme, no podes dejar
que me pase nada”, y así, con mi desparpajo de niña que se crio
en un termo, le dije a un desconocido primero que era menor, y
después que me tenia que cuidar. Mi yo adulta me quiere dar un
cachetazo, pero en ese momento él se rio y me dijo que bueno, y yo
me reí y le dije que estaba ahí porque me gustaba su amigo pero
estaba borracho y “que se curta, yo no me meto con gente borracha”
(bueno, quizás no era tan imprudente). El resto de la noche se me
pego como una sombra, nos reímos de algunas estupideces, y yo nunca
repare que él no decía nada, solo me miraba y me seguía la
corriente. Llego la hora de irme, y como me quedaba en lo de una
amiga me tuve que quedar en la puerta de su casa esperando a que
llegara porque tenia las llaves. Él se quedo conmigo. Y justo cuando
mi amiga me mando un mensaje diciendo que estaba a dos cuadras, y yo
le dije que gracias, pero que podía irse si quería, me beso. Y yo
lo bese. Y después se fue.
Al
otro día estaba en mi casa, y trate de ponerle nombre a esa cara, y
me di cuenta que yo nunca le había preguntado como se llamaba, y no
le había dicho mi nombre tampoco. Para el 2 de Enero me había
olvidado hasta de la cara del flaco. Y para febrero ya estaba
conociendo a alguien mas.
Volvieron
las fiestas, se acababa el 2008, por fin era mayor de edad y con mis
amigas nos volvimos a juntar en el mismo lugar que el año anterior,
esta vez había mas gente, y yo otra vez tenia el disfraz puesto. Me
acuerdo estar con un grupo de chicos dos cursos mas grande hablando y
decir en tren de broma “no se ustedes, pero yo no tengo suerte,
nunca me chape un solo tipo que valga la pena”. Y se hizo silencio,
y me miraron todos, y yo pregunte “¿que?” y se escucho un
“gracias”. Y esa fue la segunda vez que lo vi, otra vez no lo
había registrado, otra vez estaba callado mirando sin hacerse notar.
Un rato después me fui sin avisar, y todavía sin saber su nombre.
Llego
Marzo, y me llega un mensaje de un desconocido por MSN. Me dijo quien
era, y obviamente no tenia ni idea porque nunca le había preguntado
el nombre. De todos modos hablamos un rato. Me acuerdo que estaba
indignado porque nunca me había puesto a indagar quien era, y no lo
había agregado al Msn. Aparentemente le pregunto a los amigos hasta
que uno tenia mi dirección de mail. Esa fue la primera vez que sentí
ternura por él, la primera vez que percibí que algo podría
perturbarlo.
Nos
vimos por tercera vez un 8 de Abril, pero esta vez si lo vi, y ademas
sabia su nombre, por una cuestión de respeto y de intimidad suelo
llamarlo Pollock. Cuando llegue estaba escuchando música, me dijo
que la canción se llamaba “stand by” y era de Extremoduro,
pasaron 9 años y todavía escucho esa canción y me acuerdo de él,
como si me llevara muchos años para atrás, como si fuera a ponerme
la mascara para verlo otra vez. Como si fuera la misma persona que en
ese momento, como si la vida no hubiera pasado.
Después
de esa vez nos seguimos viendo una o dos veces por semana, y para
Agosto me di cuenta que lo amaba. Lo amaba mitad como una adolescente
y mitad como me habían enseñado a amar, lo amaba con la intensidad
enferma que nos enseñan en las novelas. Lo amaba como si fuera el
sol. Y todos sabemos lo que pasó cuando Icaro voló muy cerca del
sol.
Unas
semanas después estábamos hablando y no tengo idea como o porque me
dijo “no te enamores de mi, yo no me voy a enamorar de vos”. Me
acuerdo el aturdimiento, el dolor casi físico, me acuerdo que la
mascara no se movió de su lugar. 15 minutos después de esa frase
estaba arriba del 113 yendo al trabajo, ese día llegue 2 horas antes
de que me tocara entrar, pero no podía quedarme ahí, no podía
mirarlo. Me había quemado, por primera vez me había quemado volando
cerca del sol. Ojo, podría haberse terminado ahí, podría haber
tomado el 113 y seguir con mi vida, curar las quemaduras, y armarme
una nueva mascara. Me duro diez días la determinación de pasar
pagina. Pollock se retracto, en realidad dijo “no debería haber
dicho eso, yo no puedo decirte como sentirte”, pero para mi fue la
disculpa mas sincera que había escuchado. Así que seguí volando.
Para
principios de Noviembre tuve un momento de lucidez, un momento donde
pude salir de la idea de amor romántico teñido de drama y heridas
autoinfligidas que nos enseñan a desear. De todos modos no me fui
tan lejos de los estereotipos. Le dije que necesitaba saber si eramos
novios, que quería compartir algo mas que ratitos medio robados,
básicamente le demande amor, como si fuera algo que uno puede
exigir, y obviamente me dijo que no. Él no creía en el modelo de
pareja burguesa, no creía en el “para toda la vida”, no quería
una pareja, no quería un futuro. Y ahí tome distancia, fue la
primera vez que la imagen de amor romántico me fallo, fue la primera
vez que me elegí a mi misma.
Pasaron
las semanas y conocí a alguien mas, a alguien que me hizo sentir
segura, y hermosa, y donde todo era fácil y divertido, donde no
había idas y vueltas, donde no había que exigir interés. ¿Quieren
adivinar cuanto dure antes de patear el tablero? Dos meses, hasta el
día que Pollock me toco el timbre de mi casa y me dijo “feliz
cumpleaños”. No sabia como o porque estaba ahí, no habíamos
hablado casi en dos meses, pero estaba ahí, y otra vez era el sol y
yo estaba en su órbita. Pasaron las fiestas y el 1 de
Enero me vino a buscar a mi casa, y nos pusimos de novios.
De
ese momento hasta el 10 de Junio que se termino todo,
sistemáticamente la fui pasando cada vez peor, me sentí cada vez
mas insegura, me volví cada vez mas intensa y demande de modo cada
vez mas desesperado amor. ¿Sabia que el no me amaba? No se, pero
como mínimo sabia que no me amaba como yo quería ser amada. Al
final Pollock como pudo tomo distancia. Hubo idas y vueltas, hubo
malos entendidos, hubo mucho dolor, y en el medio Pollock conoció a
alguien mas, o mejor dicho a alguien menos, menos intenso, menos
demandante, menos yo y mas como él.
Hasta
acá parece una ruptura normal, pero no, para mi fue un punto de
quiebre. ¿Por que? Porque lo amaba incondicionalmente, porque en
esas idas y vueltas me humille, me arrastre, me degrade y hasta
estuve dispuesta a aceptar e ignorar que estaba con alguien mas. Me
abrí en canal y me expuse de un modo enfermo. Le rogué de todos los
modos posibles que me ame, o por lo menos que me diga que me amaba.
Hasta que un día no pude mas. Por supuesto todo esto teñido del
dramatismo de mis 19 años y una vida sumergida en libros de amor y
creencias judeo cristianas sobre el amor.
A
partir de ahí pasaron dos cosas, la primera es que empece a juntar
las piezas rotas para tratar de juntarlas, y la segunda es que todo
el vació se había llenado de enojo. Estaba enojada porque había
seguido al pie de la letra lo que me habían enseñado del amor,
había amado incondicionalmente, había hecho del otro mi prioridad,
había sido dulce, había aceptado las normas y condiciones que me
lastimaban una y otra vez. Y aun así no había sido suficiente. Mas
tarde entendí dos cosas, la primera es que el amor NUNCA es
incondicional, eso es solo la lógica perversa que nos venden las
góndolas capitalistas, y la segunda es que el amor es causa
necesaria pero no suficiente.
Pase
años dándole vueltas al tema, todavía hoy trato de entender que
paso, como, y por que. Habría que pensar cuan dañino es plantear el
amor como una idealización sistemática de un otro, ubicándolo en
el lugar de un Gran Otro, que nos vaciá de amor propio hasta
reducirnos a despojos. También podríamos hablar de los estereotipos
sobre el amor, esta cuestión del amor eterno, monogamico, burgués,
heterosexual y romántico, y de la contra cara de eso que es la
soledad y el desamor. Como se quiebra el autoestima cuando sentimos
el fracaso de los estereotipos, porque la culpa siempre es de uno,
nunca se cuestiona lo que forma al sujeto, lo que lo lleva a esos
limites casi locos.
Estamos
rodeados y atravesados por estas cuestiones, y creemos que en nombre
del amor todo se justifica, leemos poemas, escuchamos canciones y
vemos películas desde niños fantaseando con que eso es lo que nos
depara la vida. Buscamos príncipes azules, verdes, rojos, porque
creemos que el amor es lo que viene a llenar la falta que nos habita.
Buscamos nuestro propia historia de amor, esperamos que el otra sea
como Romeo o como Dante, y el poco realismo que esto conlleva no nos
prepara nunca para el golpe con la realidad.
Pensamos
el amor como una fuerza de la naturaleza, es arrasador, es infinito,
es un creador de héroes y mártires, creemos que el amor va de
renuncias, de pruebas quijotescas, buscamos que el amor nos salve,
nos complete, y borre toda huella de dolor. Pero cuando
inevitablemente eso no pasa no enojamos, y creemos que el amor es
caprichoso, cruel, egoísta, injusto, un desencuentro interminable
lleno de angustia. Decimos que el amor duele, pero ¿que duele
realmente? ¿Duele el amor o la construcción fantástica que del
amor nos hacemos?
Pollock
“me rompió el corazón”, pero hizo muchísimo mas, me rompió a
mi, a mis ideas idílicas del amor, rompió el castillo de fantasías,
me dejo sin mascaras, me dejo al descubierto ante toda la desolación,
me obligo a correr los velos y ver mi propia falta, me cambio. Logro
sacarme del cuento de hadas y obviamente no fue sin costo, nunca es
sin costo este tipo de arrasamiento, primero porque en un duelo
siempre hay partes que se pierden, y segundo porque juntar los
pedazos y re configurarlos, aun con las piezas que faltan, es un
trabajo lento y que conlleva un compromiso con uno mismo enorme. Y si
bien es fácil caer en viejo hábitos, las cicatrices que quedan nos
obligan a pensar las cosas y verlas lateralmente en el mejor de los
casos.
Cuando
hoy me pregunto sobre el amor, por suerte la respuesta es otra, ya no
es esta tormenta de hormonas y emociones, pero sin embargo sigo
mirando novelas, leyendo historias de amor, sigo escuchando canciones
y en los días mas tristes pienso en como seria volver a sentir otra
vez que el amor incondicional que te desarma y alborota. La
deconstrucción de los estereotipos que tardaron media vida en
armarse me va a llevar otra media vida, pero al final espero que
valga la pena.