miércoles, 5 de diciembre de 2018


A mi yo de hace 10  años

Estoy a 20 días de cumplir 28 años, a siete meses de recibir, a 8 meses de casarme por civil, e inevitablemente todo eso me pone reflexiva. Me pongo a pensar donde estaba hace 10 años, ¿Quién era? ¿Qué quería? ¿Dónde estaba parada? ¿Qué necesitaba? Y sobre todo pienso que me diría si pudiera volver atrás y decirme algo.
A los 18 años me encontraba atravesando una ruptura, mi primer ruptura amorosa, pensando que era el fin del mundo, llorando todo el tiempo  y pensando cómo poner las piezas juntas otra vez, me encontraba iniciando una carrera que no era para mí, trabajando en un lugar que no era para mí, y ahí estaba yo, entre todos esos sucesos que odiaba, pensando que era el fin del mundo. Supongo que lo que quería en ese momento era superar todo eso, y lo que necesitaba era aprender de eso. Porque como aprendí con los años, si uno no aprende de lo que le pasa el esquema se repite una y otra y otra vez.

Si tuviera que decirme algo, lo primero que me diría es que no sos la garantía de la felicidad de nadie, nadie puede ponerte en la situación de que sos la responsable de sus elecciones, de sus tristezas, miedos o alegrías. Solo sos responsable de vos mismas, de cuidarte, de quererte, de ser feliz y de ganar o perder tus propias batallas. No dejes que la felicidad del otro vaya por encima de tus necesidades.

No te calles la boca, y menos dejes que te callen, nunca, porque cada cosa que no decís, cada cosa que no te dejan decir, se hace síntoma, y  los síntomas dicen ahí donde faltan las palabras, al principio es algo pequeño, una molestia, una sensación de angustia, una tristeza sin nombre, pero cada vez va a ser peor, porque eso crece, el silencio crece, y un día no encontras las palabras, y ya no es que no te dejan hablar, sino que no sabes que decir, perdes tu voz, tus convicciones, tus ideas, tu seguridad en vos misma, y no es justo. Si tenes que decir algo, decilo, decilo fuerte, decilo claro, grítalo, escribilo, píntalo, decilo en público o en privado, pero decilo, porque todo lo que tengas que decir es importante para vos, y eso es lo único que vale.

Cuando te digan que no vas a poder, porque te lo van a decir mucho, no les creas, nunca les creas, vos podes, y no solo podes lo que ellos no creen que puedas, sino que podes más, sos tanto más que sus ideas preconcebidas que el día en que te des cuenta no te va a parar nadie. No dejes que te coman la cabeza, que te llenen de miedos ajenos, que sus limitaciones sean las tuyas. Vos podes, siempre pudiste y siempre vas a poder, porque el día que no puedas no es por ellos, es por vos, sos tu mayor obstáculo. Solta todos los miedos, los pesos ajenos, las ideas de debilidad y seguí, siempre seguí, porque al final podes.

Te van a pasar cosas horribles, vas a sufrir, se te va a romper el corazón muchas veces, pero no vas a estar sola, aprende a mirar a los costados, ármate redes de seguridad, valora a las personas que tenes cerca, aléjate de las que te hacen mal, confía en que la caída duele pero vas a tener manos que te sostengan y hombros para llorar. Entende que las cosas pasan por algo, y a veces es horrible, pero de nosotras depende que hacemos con eso, no podes influir en lo que pasa, podes hacer algo con lo que te pasa con eso, con lo que haces con eso. No trates de escaparte, de negar, ni de pelearte con las circunstancias, trata de vivir en paz y hacer lo mejor con lo que te toca.

Disfruta a los abuelos, a los viejos, a los chicos, a nuestros sobrinos, los cuales te adelanto que son maravillosos, el tiempo pasa, los chicos crecen y los grandes no van a estar siempre, y cuando no estén va a dolor mucho, dales todos los besos que puedas, come mucha tortilla de papa, contales como te va en la carrera, hace chistes, tírate al piso a jugar, baila con ellos, cantales canciones, acúnalos, cómprales golosinas, enséñales muchas cosas. Porque el día que falte, que crezcan, que sientan que no te necesiten, vas a darte cuenta que igual vos estuviste ahí, los viste crecer, los despediste cuando fue necesario. No dejes que se te escape el tiempo.

No sufras por no ser perfecta, por no ser hegemónica, por tener estrías o celulitis, no sos vos el problema, el problema es creer que la belleza hegemónica en la única opción. No sé si sos hermosa o no, pero sé que sosa si, y eso debería bastar. Si queres cambiar algo hacelo por vos, porque la que tiene que vivir con las consecuencias de todo lo que le hagas a tu cuerpo sos vos. No dejes que nadie te diga que vestir, que comer, que tan linda o fea sos, no dejes que nadie te haga sentir mal. Si queres pintarte los labios de rojo hacelo, yo sé que queres pero te da vergüenza.

No dejes que nadie te juzgue por tu cuerpo, ni por cómo estas vestida, no dejes que nadie te presione para nada, no dejes que sus prejuicios te afecten ni permitas que decidan sobre tu cuerpo, no te acuestes con nadie sin ganas, no regales besos para sacarte a nadie de encima.  Nunca dejes a nadie decidir nada por vos, ni decidas algo en función de lo que el otro quiere, tu cuerpo tus reglas, tu vida tus reglas. Eligiendo por vos misma es el único modo de poder hacerte cargo después de tus decisiones. Si elige otro después vas a pelearte con eso durante años, y todo ese tiempo perdido no te lo devuelve nadie.

Disfruta  la carrera, permitite disfrutar los años que vas a pasar adentro de la facultad, no corras que tenes tiempo, pero no te duermas justamente porque el tiempo pasa. Date el lugar a preguntar cosas, no quieras ser siempre la que más sabe, aprende de los otros a tu alrededor, no te vuelvas loca, no te angusties, disfruta del proceso que al final vas a ser una profesional brillante (esperemos!).

Y lo último y lo más importante, entende que el amor no duele, el amor no es sacrificio, el amor no es dejar todo por el otro. En el momento en que eso duela, en que eso deje de hacerte feliz, eso no es amor. Corre muy rápido si eso pasa, no pierdas tu tiempo, tus energías y tu amor propio tratando de convencerte de que las cosas van a mejorar, ignorando todos los motivos que te gritan a las claras que eso no es amor, porque el amor no duele, el amor es una construcción que te permite desplegar toda la potencialidad que tenes, ser libre de decir, de pensar, de pedir, de dar lo que quieras. Es un espacio donde las personas interactúan dando lo mejor de sí mismos, con las discusiones pertinentes, obvio, pero con el respeto que se merece uno mismo y el otro. Si es otra cosa no es amor, y no nos merecemos nada por debajo de eso.             


jueves, 6 de septiembre de 2018

El amor en tiempos de milennials

Sueña que sueña con ella
y si en el infierno le espera...
quiero fundirme en tu fuego
como si fuese de cera.”


Quiero empezar citando a Lacan: “Amar es dar lo que no se tiene, a quien no es”. Algo que no entendí, y que aun hoy me cuesta entender, hasta pasados 7 años visitando una vez por semana a mi analista. Creo que no hay herida que se infecte mas rápido que la herida al narcisismo, la herida que descubre la propia castración, esa que nos esforzamos por velar. Y ahí, en ese momento donde la falta queda al descubierto, y hay que aprender a hacer con eso, es cuando uno se ve en pedazos, y en el mejor de los casos se dispone a rearmarse, ahora con algo parecido a un saber sobre ese agujero.
Si me tengo que poner a pensar en cuantas veces me vi en la necesidad de volver a armarme luego de que algo arremetiera contra mis estructuras, creo que fueron tres veces. Una cuando estaba entrando a la adolescencia, la segunda vez cuando tenia 19 años y la ultima a los 24.
De la primera vez que me volví piezas inconexas no voy a hablar, no tengo palabras ni para empezar a nombrar lo que sentí. La tercera vez fue en el consultorio del medico, hay una entrada larguísima dedicada a eso.
Cuando tenia 19 años me rompieron el corazón… ¿a quien no le paso? A todos nos han roto el corazón, todos hemos llorado y sentido que las mariposas en la panza se vuelven un nudo. Para mi, con mis 19 años el problema no fue que me rompan el corazón, sino como me rearme después de eso. Yo ya venia de un corazón roto, a saber, que no son solo los partenaire, también las ausencias, los destiempos y las despedidas rompen corazones. Mi abuela había muerto unos años antes, y yo tenia el corazón atado con alambres.
Nos conocimos de casualidad, la primera vez que lo vi casi ni lo mire, como si fuera una figura deslucida, sin brillo, sin color. Y yo, en ese momento, era toda luz, toda vida, todo ruido y brillo. Era una adolescente que no veía a nadie por fuera de mi filtro de colores y estereotipos, me acuerdo que me había puesto ropa de adulta, y le había pedido a mi mama que me arme una mascara de maquillaje, tenia unos tacos en los cuales no sabia caminar y muchos accesorios. Mi disfraz era perfecto, y los alambres que sostenían todo no se veían. ¿Y él? Él era puro silencio, pura calma, era una sombra que miraba y no decía nada, nadie notaba mucho si estaba o faltaba, se sentía cómodo con su soledad. Mas tarde me di cuenta que ese era su modo de habitar el mundo, en silencio.
Era año nuevo, de madrugada y yo había ido a buscar a un chico que me gustaba, cuando llegue no me miro, cosa obvia porque estaba ebrio como un cosaco. Y yo, que no estaba acostumbrada a que no me miren, me enfurruñe. Me acuerdo que me senté en una esquina y me puse a jugar con el celular (tenia un Nokia 1100 con un solo juego). Escuche que alguien me decía algo, pero no le di mucha bola, volví a escuchar a la misma persona y me di vuelta, era un chico (supongo del mismo grupo), que me estaba diciendo alguna cosa. Lo mire y vi que tenia un tatuaje en la pierna, corte lo que me estaba diciendo y le dije “que onda ese tatuaje?” mas que nada por decir algo, para romper con la calma con la que hablaba. Así empezamos a hablar, me contó que tenia varios tatuajes, todos de la misma banda, que era la banda que mas amaba en el mundo. No se de que habremos seguido hablando, sobre todo porque mirado en retrospectiva no teníamos nada en común, pero se que en un momento le dije “como yo soy la única menor, y vos sos el único sobrio te toca cuidarme, no podes dejar que me pase nada”, y así, con mi desparpajo de niña que se crio en un termo, le dije a un desconocido primero que era menor, y después que me tenia que cuidar. Mi yo adulta me quiere dar un cachetazo, pero en ese momento él se rio y me dijo que bueno, y yo me reí y le dije que estaba ahí porque me gustaba su amigo pero estaba borracho y “que se curta, yo no me meto con gente borracha” (bueno, quizás no era tan imprudente). El resto de la noche se me pego como una sombra, nos reímos de algunas estupideces, y yo nunca repare que él no decía nada, solo me miraba y me seguía la corriente. Llego la hora de irme, y como me quedaba en lo de una amiga me tuve que quedar en la puerta de su casa esperando a que llegara porque tenia las llaves. Él se quedo conmigo. Y justo cuando mi amiga me mando un mensaje diciendo que estaba a dos cuadras, y yo le dije que gracias, pero que podía irse si quería, me beso. Y yo lo bese. Y después se fue.
Al otro día estaba en mi casa, y trate de ponerle nombre a esa cara, y me di cuenta que yo nunca le había preguntado como se llamaba, y no le había dicho mi nombre tampoco. Para el 2 de Enero me había olvidado hasta de la cara del flaco. Y para febrero ya estaba conociendo a alguien mas.
Volvieron las fiestas, se acababa el 2008, por fin era mayor de edad y con mis amigas nos volvimos a juntar en el mismo lugar que el año anterior, esta vez había mas gente, y yo otra vez tenia el disfraz puesto. Me acuerdo estar con un grupo de chicos dos cursos mas grande hablando y decir en tren de broma “no se ustedes, pero yo no tengo suerte, nunca me chape un solo tipo que valga la pena”. Y se hizo silencio, y me miraron todos, y yo pregunte “¿que?” y se escucho un “gracias”. Y esa fue la segunda vez que lo vi, otra vez no lo había registrado, otra vez estaba callado mirando sin hacerse notar. Un rato después me fui sin avisar, y todavía sin saber su nombre.
Llego Marzo, y me llega un mensaje de un desconocido por MSN. Me dijo quien era, y obviamente no tenia ni idea porque nunca le había preguntado el nombre. De todos modos hablamos un rato. Me acuerdo que estaba indignado porque nunca me había puesto a indagar quien era, y no lo había agregado al Msn. Aparentemente le pregunto a los amigos hasta que uno tenia mi dirección de mail. Esa fue la primera vez que sentí ternura por él, la primera vez que percibí que algo podría perturbarlo.
Nos vimos por tercera vez un 8 de Abril, pero esta vez si lo vi, y ademas sabia su nombre, por una cuestión de respeto y de intimidad suelo llamarlo Pollock. Cuando llegue estaba escuchando música, me dijo que la canción se llamaba “stand by” y era de Extremoduro, pasaron 9 años y todavía escucho esa canción y me acuerdo de él, como si me llevara muchos años para atrás, como si fuera a ponerme la mascara para verlo otra vez. Como si fuera la misma persona que en ese momento, como si la vida no hubiera pasado.
Después de esa vez nos seguimos viendo una o dos veces por semana, y para Agosto me di cuenta que lo amaba. Lo amaba mitad como una adolescente y mitad como me habían enseñado a amar, lo amaba con la intensidad enferma que nos enseñan en las novelas. Lo amaba como si fuera el sol. Y todos sabemos lo que pasó cuando Icaro voló muy cerca del sol.
Unas semanas después estábamos hablando y no tengo idea como o porque me dijo “no te enamores de mi, yo no me voy a enamorar de vos”. Me acuerdo el aturdimiento, el dolor casi físico, me acuerdo que la mascara no se movió de su lugar. 15 minutos después de esa frase estaba arriba del 113 yendo al trabajo, ese día llegue 2 horas antes de que me tocara entrar, pero no podía quedarme ahí, no podía mirarlo. Me había quemado, por primera vez me había quemado volando cerca del sol. Ojo, podría haberse terminado ahí, podría haber tomado el 113 y seguir con mi vida, curar las quemaduras, y armarme una nueva mascara. Me duro diez días la determinación de pasar pagina. Pollock se retracto, en realidad dijo “no debería haber dicho eso, yo no puedo decirte como sentirte”, pero para mi fue la disculpa mas sincera que había escuchado. Así que seguí volando.
Para principios de Noviembre tuve un momento de lucidez, un momento donde pude salir de la idea de amor romántico teñido de drama y heridas autoinfligidas que nos enseñan a desear. De todos modos no me fui tan lejos de los estereotipos. Le dije que necesitaba saber si eramos novios, que quería compartir algo mas que ratitos medio robados, básicamente le demande amor, como si fuera algo que uno puede exigir, y obviamente me dijo que no. Él no creía en el modelo de pareja burguesa, no creía en el “para toda la vida”, no quería una pareja, no quería un futuro. Y ahí tome distancia, fue la primera vez que la imagen de amor romántico me fallo, fue la primera vez que me elegí a mi misma.
Pasaron las semanas y conocí a alguien mas, a alguien que me hizo sentir segura, y hermosa, y donde todo era fácil y divertido, donde no había idas y vueltas, donde no había que exigir interés. ¿Quieren adivinar cuanto dure antes de patear el tablero? Dos meses, hasta el día que Pollock me toco el timbre de mi casa y me dijo “feliz cumpleaños”. No sabia como o porque estaba ahí, no habíamos hablado casi en dos meses, pero estaba ahí, y otra vez era el sol y yo estaba en su órbita. Pasaron las fiestas y el 1 de Enero me vino a buscar a mi casa, y nos pusimos de novios.
De ese momento hasta el 10 de Junio que se termino todo, sistemáticamente la fui pasando cada vez peor, me sentí cada vez mas insegura, me volví cada vez mas intensa y demande de modo cada vez mas desesperado amor. ¿Sabia que el no me amaba? No se, pero como mínimo sabia que no me amaba como yo quería ser amada. Al final Pollock como pudo tomo distancia. Hubo idas y vueltas, hubo malos entendidos, hubo mucho dolor, y en el medio Pollock conoció a alguien mas, o mejor dicho a alguien menos, menos intenso, menos demandante, menos yo y mas como él.
Hasta acá parece una ruptura normal, pero no, para mi fue un punto de quiebre. ¿Por que? Porque lo amaba incondicionalmente, porque en esas idas y vueltas me humille, me arrastre, me degrade y hasta estuve dispuesta a aceptar e ignorar que estaba con alguien mas. Me abrí en canal y me expuse de un modo enfermo. Le rogué de todos los modos posibles que me ame, o por lo menos que me diga que me amaba. Hasta que un día no pude mas. Por supuesto todo esto teñido del dramatismo de mis 19 años y una vida sumergida en libros de amor y creencias judeo cristianas sobre el amor.
A partir de ahí pasaron dos cosas, la primera es que empece a juntar las piezas rotas para tratar de juntarlas, y la segunda es que todo el vació se había llenado de enojo. Estaba enojada porque había seguido al pie de la letra lo que me habían enseñado del amor, había amado incondicionalmente, había hecho del otro mi prioridad, había sido dulce, había aceptado las normas y condiciones que me lastimaban una y otra vez. Y aun así no había sido suficiente. Mas tarde entendí dos cosas, la primera es que el amor NUNCA es incondicional, eso es solo la lógica perversa que nos venden las góndolas capitalistas, y la segunda es que el amor es causa necesaria pero no suficiente.
Pase años dándole vueltas al tema, todavía hoy trato de entender que paso, como, y por que. Habría que pensar cuan dañino es plantear el amor como una idealización sistemática de un otro, ubicándolo en el lugar de un Gran Otro, que nos vaciá de amor propio hasta reducirnos a despojos. También podríamos hablar de los estereotipos sobre el amor, esta cuestión del amor eterno, monogamico, burgués, heterosexual y romántico, y de la contra cara de eso que es la soledad y el desamor. Como se quiebra el autoestima cuando sentimos el fracaso de los estereotipos, porque la culpa siempre es de uno, nunca se cuestiona lo que forma al sujeto, lo que lo lleva a esos limites casi locos.
Estamos rodeados y atravesados por estas cuestiones, y creemos que en nombre del amor todo se justifica, leemos poemas, escuchamos canciones y vemos películas desde niños fantaseando con que eso es lo que nos depara la vida. Buscamos príncipes azules, verdes, rojos, porque creemos que el amor es lo que viene a llenar la falta que nos habita. Buscamos nuestro propia historia de amor, esperamos que el otra sea como Romeo o como Dante, y el poco realismo que esto conlleva no nos prepara nunca para el golpe con la realidad.
Pensamos el amor como una fuerza de la naturaleza, es arrasador, es infinito, es un creador de héroes y mártires, creemos que el amor va de renuncias, de pruebas quijotescas, buscamos que el amor nos salve, nos complete, y borre toda huella de dolor. Pero cuando inevitablemente eso no pasa no enojamos, y creemos que el amor es caprichoso, cruel, egoísta, injusto, un desencuentro interminable lleno de angustia. Decimos que el amor duele, pero ¿que duele realmente? ¿Duele el amor o la construcción fantástica que del amor nos hacemos?
Pollock “me rompió el corazón”, pero hizo muchísimo mas, me rompió a mi, a mis ideas idílicas del amor, rompió el castillo de fantasías, me dejo sin mascaras, me dejo al descubierto ante toda la desolación, me obligo a correr los velos y ver mi propia falta, me cambio. Logro sacarme del cuento de hadas y obviamente no fue sin costo, nunca es sin costo este tipo de arrasamiento, primero porque en un duelo siempre hay partes que se pierden, y segundo porque juntar los pedazos y re configurarlos, aun con las piezas que faltan, es un trabajo lento y que conlleva un compromiso con uno mismo enorme. Y si bien es fácil caer en viejo hábitos, las cicatrices que quedan nos obligan a pensar las cosas y verlas lateralmente en el mejor de los casos.

Cuando hoy me pregunto sobre el amor, por suerte la respuesta es otra, ya no es esta tormenta de hormonas y emociones, pero sin embargo sigo mirando novelas, leyendo historias de amor, sigo escuchando canciones y en los días mas tristes pienso en como seria volver a sentir otra vez que el amor incondicional que te desarma y alborota. La deconstrucción de los estereotipos que tardaron media vida en armarse me va a llevar otra media vida, pero al final espero que valga la pena.  

jueves, 9 de agosto de 2018

“No hay amor mas grande que el amor a la libertad,
y no hay odio mas grande que a quien nos la quita”
Ofelia Fernandez.   

Hoy me levante y abrí la ventana de la cocina, mire el clima y vi que no llovia, que estaba todo celeste y sin embargo me parece que el dia es muy gris, muy triste. Hoy, yo estoy gris, estoy triste, estoy angustiada por todos los cuerpos gestantes que no se van a salvar, que van a tener que elegir entre la clandestinidad, con todo lo que eso conlleva, o la maternidad forzada. Me angustia que tengan que elegir, y me angustia tener la certeza de que muchas van a elegir la clandestinidad, porque conlleva la marca de lo mortificante, de lo ominoso, lo que no se inscribe pero marca para siempre.
Me enoja y me angustia que nos digan en la cara que sus creencias estan por encima de nuestras libertades, que su odio y su falta de conciencia de clase están por encima de la vida de todas, de nuestros derechos, de nuestros deseos. Que nos quieran hacer creer que la culpa es nuestra por coger, por gozar del sexo, por abrir las piernas, por provocar, por HACERNOS violar, abusar o asesinar. La culpa es nuestra porque ellos asi lo disponen, porque cuando vas a denunciar a la comisaria te preguntan que hiciste para que pasara, porque cuando vas a un hospital y te atienden mal te dice “si no te gusta cambia de domicilio o anda a uno privado” y no respetan los protocolos de interrupción del embarazo que contempla el articulo 86, porque cuando los medios se hacen eco de estas cosas se preguntan como iban vestida la victima, si había tomado, si estaba en una zona “recomendable” y que hora era.
Hoy estoy triste, y me siento vacía, me siento sola, me siento desamparada, como muchas otras, pero mañana, mañana no vamos a estar así, mañana vamos a dejar de llorar y vamos a empezar otra vez a pelear por nuestros derechos, vamos a hacer caer el patriarcado aun cuando se nos vayan años de lucha en eso. ¿Por que? Porque el patriarcado nos esta queriendo pasar por encima, porque no nos soporta libres, vivas y unidas, porque el patriarcado nos quiere sumisas o muertas. Y aca no se trata de respeto, porque no hay respeto que valga, no hay opiniones diferentes, estas a favor nuestra, de nuestra libertad y nuestros derechos o estas a favor del disciplinamiento de cuerpos, de la moral patriarcal, de la muerta y la clandestinidad. Que quede claro, no hay dos vidas que salvar, la única vida que se puede tratar de salvar es la de la mujer, porque la otra no es una vida, es un embrión, es un conjunto de células, que en tanto y en cuanto no sea deseada por la madre, no sea nombrada, significada, imaginada, no va a ser nada mas que un conjunto de células.
Y para los que hoy festejan, los que son tan egocéntricos que creen que “ganaron”, no señores, no ganaron nada, solo decidieron dejar morir mas mujeres, no hicieron historia, solo retrasaron lo inevitable.

Si no es hoy, sera mañana, y sino pasado, porque este es el principio, y a este reclamo se le van a sumar otros que le van a dar mas fuerza. El patriarcado se va caer porque nosotras lo vamos a tirar, están advertidos, los esperamos con nuestras convicciones, nuestros valores, nuestras libertades y el pañuelo verde en el cuello.
#SeraLey


miércoles, 8 de agosto de 2018

8A

Quiero empezar diciendo que yo no nunca tuve un aborto clandestino, jamas tome misoprostol, jamas fui a una clínica o una salita a someterme a un tratamiento sin saber si salia viva. Y creo valido aclarar también, que yo abortaría. Y si yo, que una de las metas de mi vida es ser madre, abortaría en determinadas situaciones (las cuales me reservo porque me incumben a mi y a mi pareja), significa que hay una cantidad de matices infinitos dentro de este tema, hay tantos matices como cuerpos gestantes. Y me parece trágico, cruel y patético leer cosas como “salvemos las dos vidas”, “ Vos lo tenes, yo lo adopto… lo salvas, te salvas, me salvas”. Frases que se cagan en cada singularidad, en cada situación. Primero porque con la clandestinidad del aborto no se salva ninguna vida, a lo sumo se arruinan más vidas. La del gestante, en todos los escenarios, y la del embrión devenido niño en algunos otros. Y porque ningún niño debe nacer para salvar a nadie, un hijo no esta para salvarte, completarte o llenarte de felicidad. Un hijo no es un bolso, no es un par de zapatos ni maquillaje, no es un objeto de consumo. No te salva, porque no esta para salvarte.
Ahora, supongamos que a la mujer le da miedo abortar y cursa todo el embarazo, hay dos opciones, se lo queda o lo da en adopción. Pongamos le que se lo queda, ¿alguna vez alguien habrá pensado que significa para un niño vivir desalojado del deseo materno a tal punto que tener que parirte y criarte es un castigo, es la materialización de “jodete por puta, hubieras cerrado las piernas”? El deseo materno es lo que significa al niño, le da un nombre, un lugar en la familia, en la sociedad, le da estructura, le dice quien es y que lugar viene a habitar. No ocupar ningún lugar para esa persona que te pario, y que en tanto función debe alojarte y cuidarte, es quizás lo mas devastador para un ser humano. Es devastador en las dos vías. Tanto si te obligan a ejercer de madre, como si te desalojan de la función materna.
Ahora, que pasa si esa persona lo da en adopción, pongámonos en contexto, salgamos de la imagen de la familia blanca, heterosexual, con ojos claros y clase media. Ubiquemos nuestra situación, argentina, 2018, indices de violencia intrafamiliar y de pobreza altísimos, agreguemos que hace menos de un mes salio una noticia de que en un hogar un trabajador abusaba de los niños, mismo hogar que se prendió fuego varias veces, hogar en el que trabaje y vi las condiciones de vida de esos niños. Y no es un hecho aislado, estuve en muchos hogares, y vi desde habitaciones con hongos, con nidos de ratas y hasta camas rotas, comida en mal estado servida a los niños, falta de suministros básicos (comida, jabón, shampoo, ropa interior, ropa en general, sabanas limpias, medias, y podría seguir), adultos que maltratan, niños abusando de otros niños, niños que fueron prostituidos, niños que sufren las consecuencias de ser resultado de violaciones, de vejaciones, niños enfermos o con discapacidades graves resultado de toda una vida de abusos. Y sobre todo esto, mantos políticos cubriendo todo. El niño dado en adopción va a parar a un lugar con ese prontuario, y la mujer fue obligada a parir contra sus deseos y dejar a conciencia a su hijo en esos lugares. Para ser luego estigmatizada, y violentada por el mismo sistema que la obligo a pasar por ese infierno y conduce al niño a pasar a un infierno similar. Hasta acá, yo no veo que se haya salvado ninguna vida.
Supongamos que la mujer decide abortar igual, ¿que tan desesperada hay que estar para ponerte en la situación de jugar a la ruleta rusa con tu cuerpo y tu vida con el único objetivo de no ser madre? Realmente me gustaría saber quien es el imbécil que cree que porque tiene un rosario enredado en su aparato reproductor, todas las personas son iguales, y que prohibiendo el aborto, generando miedo, obligándonos a ver a conocidas, amigas, familiares, morir van a lograr que no haya mas aborto. Y también al sádico que piensa que si eligió abortar y se murió “que se joda, lo hubiera tenido”.
En una discusión sobre el aborto, alguien me dijo, vos que decís que estas a favor del aborto, pero ¿vos abortarías? ¿Terminarías con una singularidad incipiente?. Mi primera reacción fue decir que no, que yo jamas lo haría, de hecho dije que no. Y aclare que yo soy clase media, que estoy en pareja hace muchos años, que mi situación económica, familiar, y mi deseo mismo, posibilitarían y facilitarían que si quedo embarazada por accidente elija ser madre. Pero que no puedo ser tan necia para pensar que todos tienen mis deseos, que todos tienen mis posibilidades.
Hace un año y algo, en una conversación con mi hermano, hablando del mismo tema, él dijo que si yo quedaba embarazada “por accidente” ya fue, ya estaba en edad de ser madre, y agrego mas “circunstancias” que me habilitaban para ser madre. Y me acuerdo el horror que sentí cuando me dijo eso, claramente lo disfrazamos los dos de chiste y quedo ahí la charla. Pero durante mucho tiempo me quedo la incomodidad de esos razonamientos. Sobre todo porque me crie en una sociedad en el que ser madre es un sacrificio, es un destino casi inevitable, y si se evita se mira a esa mujer o esa pareja con lastima, y se habla entre susurros sobre lo triste que debe ser su vida. Y hoy, me animo a cuestionar eso, me animo a preguntarme por primera vez ¿por que la maternidad debe ser un sacrificio?. Yo quiero que sea un deseo, un deseo singular, un deseo que me recorra de punta a punta, no quiero que sea un mandato social, no una forma de saldar un error, no la consecuencia de una sociedad patriarcal y opresiva.
Ser madre es un deseo, no una imposición, la salud es un derecho, no un premio, la educación es necesaria, no es un negocio. El aborto es una realidad y el estado tiene que tomar medidas al respecto, el estado tiene la obligación de respetar nuestros deseos, de garantizar nuestra salud y brindarnos la educación que nos merecemos. Y mientras sigamos sosteniendo la clandestinidad del aborto el mensaje es “jodete por abrir las piernas”. Mensaje que va contra todos los derechos, contra todos los deseos, contra todas las mujeres.
Cada mujer muerta por un aborto clandestino es un asesinato, consecuencia directa de la ineficacia de nuestro sistema de salud, de nuestro sistema educativo, de nuestros representantes y dirigentes. No es una desgracia, no es un error, no es un accidente, es un FEMICIDIO.
LA MATERNIDAD SERA DESEADA O NO SERA

QUE SEA LEY

Resultado de imagen para aborto legal

jueves, 22 de marzo de 2018

Feminismo modo ON

Desde hace unos años soy una persona mas bien metódica, trato de no usar etiquetas que me sean ajenas, trato de no ponerme camisetas que no puedo defender, en fin, trato de evitar la hipocresía. Hay pocas cosas que me molesten mas que la hipocresía, y la única que se me ocurre ahora es la falta de confianza.

Por todo esto es que cuando digo que soy feminista lo digo con la boca pequeña, muy bajito, casi en un susurro. Como si decirlo en voz alta fuera una herejía, o un insulto para aquellas mujeres que consagraron su vida a la conquista de los derechos que hoy disfruto.

Me cuesta nombrarme como feminista cuando durante años sentí y defendí que mi lugar era en casa, cuidando niños, cuando durante años considere el aborto como asesinato, me cuesta decir que soy feminista aun cuando me reí y hasta fui autora de algunos juicios de valor muy negativos en relación a otras mujeres. Me siento una hipócrita llamándome feminista cuando pase mi vida atada a mandatos patriarcales (los cuales muchas veces reivindique), cuando me deje someter por los cánones de belleza, cuando llore y me deprimí por tener kilos de mas, por ser bajita, por no ser simpática, por tener caderas, o busto, o el color de pelo equivocado, y hasta me permití sufrir lo indecible para agradarle a un hombre.

¿Como se pasa de eso al feminismo?, el otro día leí algo que me hizo pensar, que me hizo sentirme mucho mejor conmigo misma, decía lo siguiente "Yo entiendo que no sean feministas. Ser feminista es fuerte, es doloroso, es replantearse todo, es tirar odas tus estructuras y hacerlas de nuevo, es reconocer todo lo que te ha pasado. Es ver clarito todo lo que te violentaron. No es nada fácil." Y después de leer eso y de pasar días pensándolo, me di cuenta que ese es mi camino. Que esta es mi lucha, la de repensar todo lo que me dijeron, la de romper con esas estructuras y armar nuevas, la de entender y aceptar toda la violencia que ejercí y de la que fui victima, poder decirme FEMINISTA, para mi, no es haber nacido y crecido en la lucha, es empezar a luchar ahora. Empezar a darme cuenta que la lucha es hoy, es ahora, y que nunca es tarde para empezar a luchar.

Ser mujer nunca fue fácil, pero ser feminista lo es menos. Porque te juzgan, te violentan, te tratan de someter, porque una mujer que lucha no le sirve al patriarcado, no le sirve al capitalismo, no genera obreros y no se deja explotar, una mujer empoderada no le sirve a nadie salvo a si misma.

Hoy veo a mis sobrinas, pienso en el día en que tenga hijas, y sé que la lucha no es solo para mi, es por y para ellas también. Parece monótono que siempre las nombre, que siempre diga que es por y para ellas, pero no quiero que vivan lo que yo viví, ni que caminen lo que yo camine, no quiero que les digan "puta" como si fuera un insulto por vivir su sexualidad, no quiero que como yo usen su cuerpo como un elemento para gustar, y se depriman cuando tengan peso de mas o de menos, no quiero que les griten por la calle, ni que un tipo les diga que vale menos, no quiero que crezcan oyendo que como mujeres su deber es ser madre, no quiero que sientan la obligación de dejar su vida profesional en post de nadie. Las quiero libres,  libres de elegir, de sentir, de vivir, quiero que sean lo que yo hubiera querido ser, valientes, fieras, curiosas, inquietas, incansables luchadoras. Porque si eso pasa por fin, significa que ganamos la batalla, significa que podemos corrernos y hacerles lugar a ellas, futuras mujeres para que sigan avanzando, para que conquisten los derechos que nosotras como mujeres hoy les vamos a deber a ellas. El día que puedan salir sin miedo a la calle, ese día voy a pasarles la bandera para que ellas luchen por las que vienen, por sus hijas o sobrinas. Mientras eso no pase voy a seguir peleando, gritando y cuestionando, por ellas, por mi, por todas.

Por Agustina, por Martina, por Katia y por todas. Para que sean libres, para que sean lo que quieran ser.

Resultado de imagen para vivas nos queremos

jueves, 8 de marzo de 2018

#8M


8 de Marzo, y siento esa voz en la cabeza diciéndome que responsa a los mensajes de "Feliz Día", porque se que no son con mala intención, porque se que puedo lastimar a alguien no respondiendo, porque se que hay gente que no se da cuenta. Pero este año, se impone fuerte otro pensamiento, otro que me dice que en tanto mujer, en tanto tía de mis sobrinas, en tanto futura madre (algún día) tengo la obligación de no responder. Y también tengo la responsabilidad de enseñar con el ejemplo, de contarles a mis sobrinas y algún día a mis hijas porque se CONMEMORA y no se celebra el 8 de Marzo. Tengo que contarles lo que implica ser mujer en esta sociedad, lo que significa no tener libertad para elegir sobre el propio cuerpo, la bronca que da ver a un grupo de señores hablando sobre los derechos reproductivos de las mujeres como si los afectara en algo mas que en el ego, les tendré que explicar lo doloroso que es que un tipo se sienta con el derecho de acosarte, y se sepa impune para violarte y matarte. Que alguien que querés te diga que si te vestís así estas incitando a los hombres. Les voy a tener que explicar que son libres, aunque les digan que no, que son hermosas mas allá de los cánones establecidos, que la libertad sexual también les es propia, y que conlleva responsabilidad de los dos lados, que pueden decir que NO si no quieren, y eso no las hace histéricas. Va a ser una charla larga, y repetida varias veces, va a ser de esas charlas que son difíciles pero necesarias. Y por suerte no va a ser hoy, porque son chicas, pero algún día va a pasar, les voy a explicar cual es la lucha, cual es el objetivo, cuanto duele, cuanto vale. Y si hoy no respondo un "feliz día", es porque yo también me estoy de-construyendo, es porque yo también estoy aprendiendo, es porque me estoy preparando para que el día que tenga que sentarme a hablar con ella o con ellas, con las que sean, tenga la tranquilidad de poder mirarlas a los ojos y hablar del tema como algo propio, porque esta lucha no es ajena a ninguna mujer, es algo que nos pertenece y nos atraviesa, algo que nos va a definir a nosotras y a las siguientes generaciones, es una responsabilidad y también un privilegio. Una vez leí la frase "que la suerte de algunos sea la justicia de todos", y me parece tan hermosa, tan actual, que decido apropiarme de eso, luchar por eso. Yo no quiero ser una mujer con suerte, quiero vivir en una sociedad justa.


VIVAS Y EMPODERADAS NOS QUEREMOS

jueves, 1 de febrero de 2018

Ser mama: un camino diferente hacia la maternidad.


Ser mama: un camino diferente hacia la maternidad.

Hace 3 años fui al medico para un control de rutina. Tenia 24 años, llevaba 4 años de novia, de los cuales 3 eran de convivencia. No pensábamos en tener hijos, sabíamos que algún día íbamos a tener una familia, pero en ese momento ambos estudiábamos y ambos teníamos otras cosas en la cabeza. Queríamos viaja, recibirnos, mudarnos, queríamos conocernos mas antes de dejar de ser una pareja y ser una familia.
Ese día tenia turno con el ginecólogo, como todos los años, le pedí a mi novio que me llevara porque me quedaba lejos y no quería ir sola. Entre, como todos los años, me reviso, me hizo una ecografía, me miro y me dijo “alguna vez te hable de tu útero?”. Lo mire, le dije que no, que supuse que era un útero normal, como el de todas las mujeres.
Se sentó, me dijo que me siente y se quedo callado, seguramente fueron unos segundos, pero yo lo sentí como horas. Nos mirábamos, nadie decía nada, hasta que sonó el teléfono. Era la secretaria diciendo que tenia una paciente embarazada en el teléfono. La atendió, mientras a mi se me pasaban mil cosas por la cabeza, se me pasaba el documental de hpv que había visto un año atrás, las posibilidades de que una mujer de 24 años, sexualmente estable, y bastante obsesiva con los métodos anticonceptivos tuviera alguna ETS, los tipos con los que me había acostado antes de mi novio, sus posibles antecedente “uno virgen, el otro mas o menos, el otro era medio pelotudo como para haberse cogido muchas minas…”, también trate de hacer memoria sobre si había algún antecedente de cáncer en mi familia “mi abuela tuvo fibromas y mi tía también, a ambas les sacaron el útero. Pero ya eran grandes, no creo que sea eso… no?”. Todas estas ideas me invadieron en 5 minutos, mientras escuchaba al medico decirle a la embarazada cosas varias con un tono aburrido, entre cansado y fastidioso. Y pensaba “decime que pasa… no, mejor no me digas… ya se, me levanto y me voy a la mierda, si no lo se no tengo motivos para angustiarme”.
El medico corto, me miro y se puso a dibujar algo en un papel. Lo mire esperando, y empezó a hablar, y no se lo que dijo. Trate de armar esa escena mil veces, en mi casa, en terapia, cuando mas adelante se lo conté a mi familia, intente repetir lo que me dijo, y no puedo. Todo se quedo en silencio. ¿Viste esas películas donde pasa algo traumatico y todo se queda en silencio? Bueno, fue así. Le pedí que me repita lo que me decía, pero todo seguía en silencio, hasta que escuche algo, un diagnostico. “tenes dos úteros”, lo dijo como si hablara con una nena chiquita, mientras me mostraba lo que había estado dibujando, que aparentemente eran mis úteros, aunque yo veía un corazón deforme. Miraba el dibujo, me repetía que tenia dos úteros, como si eso significara algo, como si yo por arte de magia pudiera entender lo que implicaba tener dos úteros. Me explico, y yo escuche, como pude, lo que tenia para decir. Me hablo en el mismo tono monocorde que a la embarazada sobre los embarazos de riesgo, sobre las posibilidades de tener un bebe prematuro, “Vamos a tratar de que el bebe llegue al octavo mes, pero en el séptimo podría vivir, y en el sexto con tratamientos también”, hablo de que tenia mucha suerte de haberme enterado ahora, de que muchas mujeres se enteraban cuando parían, hablo sobre que no era algo tan grave, que peor eran otras cosas, dijo que el no se preocuparía si fuera yo, que este diagnostico es una cuestión a ver sobre la marcha el dia que quiera tener hijos, y hablo, finalmente, sobre la posibilidad de no poder tener hijos, de las otras opciones que se podían considerar, tratamientos, adopción. Me hablo mucho, y yo estaba callada, quieta, haciéndome chiquita, rogando que se hubiera equivocado, con que esto le pasaba a la embarazada. Me estaba hablando de cosas que jamas había pensado, me hablaba de tratamientos, de cerclajes, de medicación, de limites de edad, de hormonas, me hablaba cosas que jamas se me habían pasado por la cabeza.
En ese momento no sentía miedo, no sentía enojo, no sentía tristeza, no sentía nada, porque en ese consultorio, donde un medico me decía, básicamente, que no sabia si yo iba a poder ser madre algún día yo estaba en blanco, vacía de todo, como si fuera un caparazón, un recipiente vacío. Me mando estudios, pero sin muchas expectativas, dijo que el día que quisiera tener hijos lo fuera a ver y sobre la marcha improvisáramos, que los estudios eran mas que nada para ver el grado de división entre los úteros, pero que él no podía hacer mucho mas por mi. En ese momento me di cuenta que ya no era una persona, era dos úteros en un cuerpo, era un sistema reproductivo fallado que había que tratar de arreglar. Y me sentí así, dos úteros en un cuerpo fallado, dos años.
Primero se lo conté a mi novio, creo que fue lo mas difícil que tuve que pasar hasta ahora. Pocas veces tuve tanto miedo, me acuerdo que no podía hablar, no podía explicarle como había entrado a ese consultorio Daniela y había salido “eso” que salio. Porque no se bien que era, pero no era una persona. Lloraba, trataba de explicarle, lloraba mas, y él se desesperaba. Nunca le pregunte que pensó cuando me vio, pero supongo que habrá sido desesperante. Cuando logre explicarle mas o menos lo que había pasado, creo (porque no me acuerdo) que nos quedamos en silencio. Yo esperando que me deje, porque estaba fallada, y él no se que habrá esperado. Después del silencio me acuerdo que me abrazo, y yo me sentí peor, porque sabia que no me iba a dejar, sabia que se iba a quedar conmigo, con los dos úteros, con los embarazos de riesgo, con los posibles tratamientos, con la adopción, y con todas las otras opciones que no sabia que existían.
Cuando arranco el auto y me fui alejando del consultorio, cuando fue cayéndome la ficha de todo lo que había pasado esa tarde, sentí que algo se rompía, sentí que yo estaba rota.
Durante dos años fui a diferentes médicos, me hice diferentes estudios, muchos invasivos, muchos dolorosos, pase por muchas ecografias, una salpingografia, resonancias, radiografias, análisis de sangre y revisiones. Un día llegue a un medico que me dijo que podía tener hijos, en teoría, pero que iban a ser embarazos complicados, que iba a necesitas medicación, que iba a tener que hacer reposo, y que tenia un tiempo relativamente limitado para tomar la decisión y empezar a buscar. Me dijo que contemplara la adopción como ultima instancia, que había muchos tratamientos posibles, que era relativamente joven (tenia 25 años). Me acuerdo que llegue a casa y le dije a mi novio que quería tener un hijo, y que si el no quería tenerlo en ese momento lo sentía mucho pero que no podía seguir con él. Fue una noche horrible, lloramos los dos, no puedo hablar por él, pero yo llore por nosotros, por tener que vernos con esta situación, porque el centro del mundo eran dos úteros y mientras tanto la gente seguía con su vida, mis amigas tenían hijos, mis primos tenían hijos, parecía que todos tenían hijos y yo tenia dos úteros y una crisis que se estaba cargando mi pareja y mi carrera.
A la mañana siguiente tratamos de hablar otra vez, y logramos algo parecido a una tregua. Entre los dos decidimos dejar estar el tema, tomar un poco de distancia y ver si mas adelante podíamos volver a pensarlo. Claramente no fue fácil, yo seguía sintiendo la presión del tiempo, él seguía sintiendo que yo lo presionaba. Él se sentía un donante de esperma y yo me sentía una incubadora rota. Ya no había nada del orden de lo humano en juego. Como si ser padres, si formar una familia, si elegir un camino no fuera una elección. Tenia que ser madre, no era un deseo, era una imposición.
Paso algo de tiempo, no sin peleas, sin idas y vueltas y bastante dolor. Logramos encontrar algo parecido a la estabilidad. Lo principal era que terminara mi carrera, que era lo único en relación al deseo que podía sostener en ese momento. Y sorprendentemente empece a avanzar, empece a tener notas muy buenas, y pude sentir por primera vez en dos años algo de alivio, ya no todo giraba en relación a mis dos úteros, a los hijos que no tenia, a los hijos que otros si tenían. Ahora era una estudiante de psicología full time. Sacaba notas altas, tenia facilidad para varias materias, lograba armar un lazo por fuera de todo el drama que había pasado los últimos años. Era como si fuera un ser humano otra vez, podia hablar horas con personas que compartian mis intereses sin que se hiciera referencia a la maternidad, sin que me dijeran cosas como “no te preocupes, tenes opciones” o me recomienden eminencias medicas que hacian salir niños hasta de repollos.
Cuanto mas tiempo pasaba en la facultad, mas se desdibujo la idea de ser madre, cuantas mas veces mis profesores me decían el buen laburo que hacia, menos ganas de quedarme en casa cuidando niños tenia. Porque para mi ser madre era eso, era quedarme en casa y darlo todo por mis hijos. Fue como si la suplantación de un deseo por otro fuera automática, ahora la carrera era mi bebe, y me implique con eso de un modo absoluto. El razonamiento era sencillo, si soy tan buena en esto, ¿por que hacer otra cosa? Porque sufrir por algo que quizás no tenga nunca, ¿por que querría perder años de mi vida dedicándolos a ser madre cuando puedo ser algo más, algo mejor?
Lo sintomático del razonamiento salto a la vista cuando empece a no dormir, a evadirme absolutamente de todo lo que no sea la facultad, cuando deje de salir con amigos, suspendí sesiones analíticas para quedarme estudiando, cuando me encargue de rebajar y criticar a cada mujer que tuviera un hijo, sintiéndome superior porque tenia un proyecto al cual dedicar mi vida, y mi proyecto no lloraba, no vomitaba, no había que cambiarle los pañales. Pase casi un año tratando de convencerme a mi misma de que lo que estaba haciendo era sano, de que tener un hijo era una estupidez, y mas si quería doctorarme, ser docente, escribir y atender pacientes.
Y aun así, con todo mi discurso y convencimiento, un Lunes llegue a terapia, mire al analista, le dije “no voy a ser mama, no me interesa en lo mas mínimo, quiero poder tener la libertad de hacer lo que quiera”. Y me miro, y lo mire, y no dijo nada, y yo seguí justificándome a mi misma compulsivamente, argumente que era una mandato social machista, que no tenia porque postergarme a mi por ser madre, que era algo decidido, y un montón de cosas mas que al final cayeron ante el silencio del analista. Y se me escapaban las lagrimas, y ahí me di cuenta que un corazón roto se puede volver a romper, una y otra vez, hasta que no quede nada. Y mi analista, al cual nunca odie tanto como en ese momento, me dijo “¿por que tenes que elegir?”. Y yo le dije que no, que una madre es madre, y todo el resto viene por debajo de eso. Y volví otra vez a la carga, aunque menos segura, a citar la lista de criticas para con las madres, a decir lo básico y patético que me resultaba que una mina se quede en su casa con un pibe colgando de cada cadera cuando tenia la potencialidad para hacer muchas otras cosas. Y otra vez el silencio, y otra vez tratando de sostenerle la mirada al analista. Y cuando estaba por concluir la sesión, cuando se estaba por levantar le dije “ademas tengo miedo”. Porque al final, atrás de todo esta el miedo. El miedo a no poder, a no estar a la altura, miedo a verme tan vulnerable, a sentirme san indefensa ante un desafió tan grande, miedo a un embarazo complicado, miedo a un parto difícil, miedo a la posibilidad de una muerte inexorable, o dos, la del bebe, una muerte real, y a la miá, una muerte simbólica.
Cuando yo pensaba en un hijo, no pensaba en un bebe con mis ojos y la boca de mi pareja, pensaba en médicos, en quirofanos, en muerte, en dolor, en salas de esperas y enfermeras. Pensaba en la posibilidad de un aborto, o de un tratamiento que me iba a consumir, pensaba en la sensación de ser una incubadora rota otra vez. Me di cuenta que el dia que me dieron un diagnostico, también me robaron la posibilidad de pensar en la maternidad como algo mas que lo real del cuerpo. Se quedaron con toda mi historia de amor y yo me quede desnuda ante el miedo, con una sensación de soledad frente a algo que no pude (ni hoy puedo) terminar de simbolizar. No creo que haya nadie que le pueda poner la palabra justa al agujero que deja la muerte (en mi caso imaginaria) de un hijo, y menos hacerse una idea de semejante dolor.
Ahí, en ese punto oscuro, empezamos a pensar el tema, a hablar desde otro lugar, creo que ese fue el punto donde empece (muy de a poco) a elaborar algo de todo lo que (me) paso. Cuando se caen las mascaras, las excusas, las mentiras que (nos) contamos, cuando estamos en ese lugar (en mi caso ese consultorio) donde quedamos expuestos, y el sonido de una palabra, el roce de una mirada, lo punzante del silencio, es doloroso y corrosivo, solo se puede seguir, porque ese dolor es sano, esos restos que quedan ahí, que escondieron lo mas intimo, lo mas vulnerable, es el punto de partida para volver a armarse, esta vez mas liviana, con menos dolor, de un modo mas sano, aunque no con menos miedo. Ese fue mi camino para aceptarme un poco mas, para dejar de ser un producto fallado.
Entendí que hay una diferencia entre una enfermedad y una condición, y que la enfermedad se trata de curar y de arreglar, y con una condición uno vive. Aun cuando duele, cuando da miedo, cuando estamos cansados, uno con eso vive. Cuando se entiende esto, viene lo mas difícil, decidir como vivir, se vive desde esa condición o se vive a partir de esa condición, yo había vivido mucho desde esa condición, y el resultado había sido arrasador, ahora me tocaba cargar las armas y vivir a partir de esto que me pasaba.
Tuve que elaborar y revisar cada idea preconcebida relacionada con la maternidad, algunas las tuve que soltar y duelar, otras las tuve que rectificar. Darse cuenta que el futuro es diferente a lo que uno quiere es por un lado dificil, pero por el otro liberador, porque dejar de pelear contra la corriente todo el tiempo, y aceptar que esta es la realidad, es una forma de amigarse un poco con lo que viene. Emprender un camino nuevo, para mi, significa implicarme, significa leer, informarme y colmarme de datos, es mi forma de sentir que tengo algo de control sobre la realidad, una idea como poco ilusoria, pero que me deja dormir tranquila por la noche. Me pase horas leyendo sobre tratamientos de fertilización asistida, de fertilización in vitro, sobre subrogacion de vientres, y adopciones. Llegue a varias conclusiones, la primera es que yo quería una familia, pero no a cualquier costo, si tenia que implicarme de un modo que me fuera a hacer mas mal que bien, gracias, pero no gracias. Sentí que no podía cuidar de otro si primero no cuidaba de mi, y pasar por mas situaciones arrasadoras, situaciones que me van a volver a poner en una posición de pasividad y degradación organica, era no cuidarme. Pasar por tratamientos de fertilidad para mi implicaba eso, no digo que sea así, o que sea una verdad universal, ni que sea la opción mas “sana”, sino que en mi caso es el modo en el que yo lo percibo. No creo en el amor sin condiciones, porque no sé amar sin condiciones, y para mi la condición básica del amor es cuidarme para cuidar al otro. Algo en lo que fallaría exponiéndome a tratamientos que me resultan invasivos y arrasadores. La segunda conclusión a la que llegue, es que yo quiero ser madre, no hay nada que quiera mas en el mundo, pero estar o no embarazada no es algo que me resulte trascendental, no es algo que me defina. Lo cual me llevo a pasar horas leyendo sobre las leyes de adopción de diferentes países. Otra vez mi bendita necesidad de sentir que controlo mi medio. Pero también me llevo a pensar en mi idea sobre el rol de una madre. Me pregunte por primera vez por que quería ser madre. Y la respuesta que encontré fue que quería ser madre para dar, dar amor, dar contención, dar cuidados, y que para darle a un otro, para ser su madre, para amarlo, no necesito que comparta mi adn, porque si parir no me hace madre, ¿para que quiero parir?, si pasa genial, y habrá que ponerle ganas, pero si no pasa, esta bien también. Desde que tengo uso de razón quiero ser madre, y eso es algo que no cambio, y no creo que cambie jamas. Pero solo paseando por todos los círculos del infierno, junto a mis propios Virgilios, encarnados por mi novio y por mi analista oportunamente, pude entender que ser madre es solo una de las cosas que quiero, que ser madre no implica compartir adn, que para ser madre hay que tener algo para dar, y algo para soltar. Y si al final todos los hijos son adoptados, si a todos los hijos hay que armarles una historia, elegirles un nombre, cargarlos de amor y de comprensión, si a todos los hijos, mas allá de los rasgos similares, se los ama y se los cuida, entonces yo quiero ser madre, pero en mis propios términos, con mis propios limites y tiempos.
Y así creo que empiezo otro camino, uno mas sano, con menos dolor, con mas aceptación, pero con mucha incertidumbre. Tengo la suerte de tener al lado un compañero de vida que tiene la flexibilidad de entender mi dolor, y seguir mis recorridos, claramente no es fácil, y llegar hasta acá nos costo mucho dolor, mucho desgaste, pero aun así no quisiera caminar este sendero con otra persona, porque cuando estuvimos al borde del precipicio, elegimos no saltar, elegimos seguir caminando. Tengo una familia que si bien no siempre me entiende, me apoya, y siempre esta atenta a mis nuevas ideas y metas, tengo amigos que me ponen el hombro, que me dan la mano y nunca la aflojan. Tengo tantas cosas para encarar lo que viene, que aun cuando estoy mas triste, o mas desilusionada, en el fondo se que es un momento, un reflejo de todo el dolor que ya pase, pero que el tiempo pasa y que el dolor no es para siempre. Yo no se si existen los finales felices, pero esto tampoco es un final, así que de todos modos no importa.